Carta a mi victimario (Segunda Parte)

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A casi año y medio de relación, me embarace, no sabía si te alegrarías o no, tenía miedo de decirte; y llego en momento en que tome un poco de valor aunque moría de angustia pero te lo dije, me tranquilizaste diciendo que no me preocupará, que arreglarías algunas cosas y nos casaríamos, yo estaba feliz, empecé a hacer planes de la boda, preparando en mi cabeza como sería cada momento hacia ese gran evento y como se lo diríamos a mis padres, la cara de mis amigas y familia al saber que pronto me casaría.
Cuando iba a cumplir tres meses de embarazo, llego una mujer a mi puerta, me dijo que necesitaba hablar conmigo, cuando menciono tu nombre y me dijo de qué se trataba, la cabeza me daba mil vueltas, no comprendía nada, me decía que te dejara en paz, que ya tenían tiempo saliendo juntos, que ya tenían fecha para su boda y que no sería yo quien los separara, me gritaba que dejara de buscarte, yo me quede muda, no podía reaccionar, me empujo y se fue.
Estaba aturdida, confundida y desesperada, necesitaba verte, quería respuestas, intenté llamarte, no contestaste mis llamadas y fui a buscarte al departamento; al llegar te encontré con otra mujer, no podía creerlo, me sacaste a empujones y me amenazaste, me ordenaste deshacerme de nuestro bebé o lo lamentaría, tuve miedo, no podía decirles a mis padres, tenía miedo y vergüenza.
Camine por largo rato y llegue con una de mis amigas que me recomendó donde podría ir para resolver el “problema”, me llevo a una clínica; pase horas de dolor y angustia que no olvidare por el resto de mi vida, y puedo decirte que ese sentimiento de vacío dentro de mí, jamás podré borrarlo; tú ni siquiera quisiste verme, pasadas unas semanas volviste a buscarme y te perdone, te perdone todo.
Volvimos a una “luna de miel” que duró solo dos semanas, volviste a golpearme por qué mi periodo se retrasó, Dios, ¿Cómo pude permitir tanto dolor?
No comprendía que en algún momento, tal vez en tu infancia, habías aprendido lo que era el sufrimiento, y que solo eso, era lo que podías compartirme, y no sólo a mi, sino a cualquier mujer que estuviera contigo, tampoco comprendía porque yo lo permití, hoy sé qué en algún momento de mi vida me sentí no merecedora de amor o de atención, y que esa necesidad de amor me hizo aceptar y permitirlo todo.
Hoy no culpo a nadie, hoy quiero hacerme responsable de mí, de lo que permito en mi vida, de eso que, hasta hoy creía que era víctima, estaba tan ciega que no veía que yo misma tenía la solución, empezar a amarme mucho más de lo que creí amarte a ti.
Desde hace algún tiempo empezó esta batalla dentro de mí, eso que yo creía que era el amor por ti y el nuevo amor que descubrí en mí.
Hoy no quiero culpables, sé que lo que me dabas y la forma como me trataste, era lo que tú creías era correcto para ti, por qué así fue cómo aprendiste que era el amor.
Hoy decidí qué no seré yo quien siga a tu lado, que buscaré ayuda y seré fuerte para aprender a amarme; tal vez en tu vida habrá otras mujeres, a ellas les deseo buena suerte, al menos esa suerte que hoy yo tengo, de salir con vida de esta relación y comenzar de nuevo.
A ti te perdono todo, por qué no quiero ni siquiera cargar con un rencor hacia a ti, que me anclaría a tenerte en mis pensamientos, yo necesito ese tiempo y energía en descubrirme y amarme, en verdad deseo encuentres lo mejor para tu vida y que algún día puedas darte cuenta cuanto dolor has generado y todo el sufrimiento que has compartido, no te señalo como culpable, por qué eso lo aprendiste en algún momento de tu vida, donde tal vez no eras consciente de nada, pero si te señalo como responsable de tu presente y tu futuro, de lo que das y generes a tu alrededor, hoy gracias a Dios me voy viva de ti, y espero que nadie encuentre la muerte en tus manos, tal vez creas que exagero, pero muchas veces creí morir y sobreviví.
He aprendido que tu necesidad de control, por medio de la violencia, la manipulación y el chantaje, es solo el reflejo de todo ese dolor que guardas en ti, que es tu miedo el que se manifiesta en cada acción, solo puedo decirte, busca ayuda, ámate, descubre el amor verdadero, ese que cuando lo tienes, puedes compartirlo, ese amor que primero tienes por ti, que genera las más extraordinarias acciones y sentimientos.
Hoy sigo el camino al amor verdadero, el amor sin necesidad, sino de elección; el amor con respeto y dignidad, el amor que proviene de uno mismo.
Una historia que puede ser la tuya o de alguna mujer cerca de ti.
Te reto a compartirlo e iniciar una campaña de concientización.

Etiquetas: Artículos
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